Una flor
arrebatada
Esta historia comienza en un lejano planeta llamado Itaú,
muy diferente al nuestro por cierto, donde todo absolutamente todo es al revés,
los animales que habitan los mares allí viven en la tierra, las personas y todo
ser terrestre reside en el fondo del océano,
las nubes son azules y el cielo blanco, no llueve agua si no pequeños peces,
los enanos de circo además son abogados, las cebras andan en monopatín y las
jirafas tocan el violonchelo.
Este extraño planeta era gobernado por un príncipe, quien
vivía en un enorme castillo de oro arriba de la cima de una montaña.
Un día como cualquier otro el príncipe del lugar, Kenay,
quien era un hombre joven, apuesto, despierta después de una noche de sueño. Se
viste y ayudado por su compañero el
chimpancé John, a quien había encontrado su padre una noche de lluvia fuera de
una casa abandonada, llega hasta la cocina para tomar el desayuno. El príncipe
tenía una dificultad, era ciego. Esto hacia que viva excluido, con miles de
miedos, con prejuicios hacia él mismo.
Luego de terminar el desayuno, volvió a su habitación.
Aproximadamente diez minutos una tormenta se desato con
furia, millones de pececitos cayendo a la velocidad de la luz, era increíble.
Tocaron la puerta, Rosa la mujer de limpieza pensó que eran los cuatro enanos
de circo que trabajaban como abogados para el palacio. Abrió la puerta y era
una chica, rubia, alta, que llevaba consigo un paraguas azul a lunares, rosa la
hizo pasar y le pregunto ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí en medio de esta
tormenta? Y la chica le respondió “mi
nombre es Alelí y estoy desesperada, no encuentro a mi novio Benjamín por
ningún lado llevo días buscándolo, se fue una mañana a trabajar al Cotillón y
no volvió más, y pensé que tal vez ustedes no se tendrían la posibilidad de
encontrarlo más rápido que yo”. Rosa sabía que no era correcto que el reino se
ocupase de este tipo de temas, pero al
ver a la mujer tan desconsolada le dijo que la ayudarían, la hizo pasar a la
cocina le preparo un café y fue a hablar con el príncipe, a contarle lo que
estaba sucediendo, él muy enojado fue a hablar con Alelí, no quería una extraña
en su palacio.
Llego a la cocina y le pregunto a la chica ¿cuán importante
piensas que eres para pisar mi castillo de oro?
Y ella humildemente le responde nadie es más importante que nadie, solo
que algunos tienen más plata que otros. Kenay
quedo sorprendido de la respuesta y de la voz de Alelí y automáticamente
se enamoro de ella. Le pidió perdón, y le dijo que la ayudaría en la búsqueda
de su novio, que mientras tanto podía quedarse allí.
Los días pasaban y no había noticias de Benjamín. Kenay a
medida de que compartía mas días con ella se enamoraba más y más, hablaban
horas y horas sobre sus vidas, pasaban
todo el tiempo juntos. Una noche Alelí le pregunto si se sabía algo y Kenay se
enojo tanto que revoleo al aire un sacapuntas de la bronca, y sin querer rompió
un espejo. Alelí asustada por esta reacción decidió marcharse. El príncipe
llorando trato de frenarla diciéndole que por la mañana le había llegado la
información de que Benjamín se encontraba en
el pueblo de Los Leones y que
estaban por mandar un submarino a buscarlo. Todo esto era mentira, pero Alelí
cayó en la trampa, y revirtió su decisión.
De casualidad esa misma noche tocan la puerta, Rosa atiende,
era un hombre moreno, musculoso, muy bello, que desesperado dijo, no encuentro
a mi novia por ningún lado, sus amigas me dijeron que vino a pedir ayuda al
castillo y que no regreso, yo estuve
secuestrado pero ya estoy bien, solo la necesito a ella. Rosa le pregunto su nombre,
al oír que él le contesto Benjamín, comenzó a gritar Alelí! Alelí tu novio! encontré
a tu novio!
El hombre no entendía nada, hasta que la vio, era ella, su
mujer. Corrió, la abrazo y le dijo ya estoy bien, te amo. El príncipe al
escuchar la situación entró en una enorme depresión, todo lo que había cobrado
sentido desde ese día en que Alelí apareció en su vida, se estaba derrumbando.
Se dirigió a la entrada del castillo, donde estaban ellos,
tomó el arma que siempre llevaba en el bolsillo derecho de su chaleco, grito
“sin ella mi vida no es vida”, y se pego un tiro en la frente.
Autora: Sol Chiara
Imagen sacada de :http://www.educima.com/castillo-t9084.jpg